JAIME I EL CONQUISTADOR -RESCATADO: hay dos cráneos en su ataúd-  

 

El reinado de Jaime I, uno de los más largos de la Historia, ocupa un periodo fundamental para la consolidación de Corona catalano-aragonesa por el Mediterráneo . Sus dotes como escritor, su extraordinario valor en las campañas militares (reconquista de Mallorca y Valencia), el coraje empleado en sus empresas repobladoras (desarrollo demográfico y económico), su capacidad organizativa (el reino de Valencia se incorporó a la Corona como un Estado independiente y con legislación propia), más sus grandes logros en el orden institucional en un periodo de expansión,  justifican plenamente su reconocida fama de conquistador y gran legislador.

Supuesto retrato de JAIME I, por Gonçal Peris y Jaume Mateu ( 1427)

 

Único hijo de Pedro el Católico, muerto en la batalla de Muret en 1213, y de María de Montpellier, don Jaime tuvo igual que su abuelo Alfonso el Casto, una vida amatoria muy intensa. Casó tres veces y tuvo 12 hijos legítimos de sus respectivos matrimonios canónicos, más los habidos fuera de ellos, y que tantos sinsabores le causarían como padre años más tarde, tal como como queda reflejado en sus testamentos.

En el primero, otorgado en el palacio Episcopal de Tarragona, en 1232, y ratificado después en Barcelona, don Jaime escoge sepultura en el monasterio de Poblet, y anula así la petición hecha entre 1224 y 1226 en Lérida, cuando, temiendo por su vida al tener que someter a la nobleza rebelde partidaria de su tío Fernando, pidió ser enterrado en el priorato femenino de Sigena (Aragón), fundado por su abuela Sancha  y donde se  hallaba enterrado su padre.

 

      

 

Veintiséis años después, en 1257, el monarca ratificaba su decisión y otorgaba facultades al abad Arnaldo para que su cuerpo fuera traladado a Poblet tras su muerte. Esta decisión fue corroborada en los sucesivos testamentos: el de 1262 por la muerte de su primogénito, el de 1272 que suscribió en Montpellier, el de 1275 en  Lérida y el de 1276 en Algeciras. Los últimos años de su vida los pasó junto a Berenguela Alfonso, sobrina del rey de Castilla Fernando III el Santo, tratando de terminar las memorias de su reinado, recogidas en sus CRÓNICAS.

El monarca murió a los 68 años, en el reino de Valencia, después de haber tomado los hábitos del Císter. Jaime legó al monasterio, fundado por su abuelo, 5 mil morabatines; su cinto de oro, estimado en 30 mil sueldos jaqueses; la cubertería de plata, que pesaba 800 marcos de plata; piedras y anillos valorados en 50.000 sueldos jaqueses, y su capilla personal entera, que incluía una rica cruz con camafeo, un retablo de la Virgen y otro que le había regalado su suegro el rey de Castilla; seis cálices de plata sobredorada, y muchos otros ornamentos, sin citar los castillos y villas, donados también para obtener el sufragio de su alma.